Wednesday, October 26, 2011

Lo Trágico y Melancholia



La muerte es generalmente pensada en función de ‘el otro’, es decir, como el hecho que acontece en ‘el otro’ y que si bien sabemos que en algún momento también nos tiene que ocurrir, preferimos no detenernos a pensarlo, seguramente no tanto por el miedo al hecho mismo, sino más bien por el momento, las condiciones y la forma en la que acaecerá.
Pienso que Melancholia comienza desde esta idea, de cómo la muerte en un principio, cuando estamos muy ocupados en nuestros asuntos más mundanos y humanos, parece ser esa remota estrella, ese destello apenas distinguible en el cielo, pero que por el sólo hecho de percatarnos de su aparente insignificancia, ya sembró en aquel que se atrevió a detenerse y echarle un vistazo, la semilla de la angustia y de  todos los conflictos existenciales que puedan surgir en el corazón de un hombre al acariciar aquello que le es inaprensible.
En Melancholia, lo que une a los personajes presentes en la historia es la presencia inevitable y ominosa de la muerte, esta vez con el rostro de un gigantesco planeta que se acerca a la órbita terrestre y que justamente juega a la ambigüedad de no saber si llagará o no a colisionar. Este macabro juego que propone el film se asemeja al que cada mañana iniciamos al despertarnos y aventurarnos al nuevo día, confiados en que las ‘estadísticas’ no nos auguran un final cercano. Cuando accedemos a esta experiencia, es decir la presencia inevitable y ominosa de la muerte, estamos acercándonos a vivir la experiencia de lo trágico.
La novia, o la recién casada, es la primera en percatarse del singular brillo que proyecta Melancholia, y también es la primera en experimentar el pavor y la sensación de fragilidad que le producen el reconocerse en su finitud y no sólo eso, también el tener la sensibilidad de poder percibir el ‘sabor’ de un mundo que está a punto de morir, agudizan su condición. La novia experimenta lo trágico de la manera más colosal y certera. Esta certeza trágica, se inicia paradójicamente con una confusa sensación de apatía, miedo y fragilidad, que irán produciendo en ella una serie de fisuras en sus esferas morales, laborales y sentimentales.
La madre de la novia es un personaje singular, pues sentenciará de manera fría y contundente una verdad: lo solos que finalmente estamos en el mundo y lo insignificante, vacío y absurdo que puede resultar todo frente a lo trágico de un final sin mayores pretensiones ni ideales. Quizás lo que más le aterra sea no tanto el vivir sin un sentido, sino una muerte carente de este. La muerte en su estado más puro y salvaje, carente de todo barniz ideático o civilizatorio.
Frente a esta situación, la vida y los afanes propios e impuestos a esta, le son indiferentes, triviales, opacos. La novia en un primer momento pareciese optar por el camino del abandono, de la quietud, del nihilismo, sin embargo no puede hacerlo por completo, pues no está sola espacialmente. Llevada por la presión social, en este caso representada por la presencia de su hermana y el marido de esta, se verá obligada a terminar amargamente con el espectáculo nupcial, de la cual ella es precisamente protagonista.
Lo que sigue en ella es una especie de vejez anímica y una fatiga física propia de aquellos que pareciesen haber presenciado y sobrevivido, para su desdicha, lo terrible de un holocausto bélico o una hecatombe natural. Para aquellos, la vida y sus frutos han perdido todo su sabor. Sin embargo de esta actitud nacerá una nueva, la de la contemplación y del asumir resignadamente el presente. La novia ya no vive el presente, sólo merodea por este, oteando el mundo desde su ventana. Ella no puede tener una actitud trágica, pues ya no queda nada por que luchar, ya no queda nada porque decir SI a la vida a pesar de todas sus desventuras, pues no olvidemos que asistimos nada menos que al fin de los tiempos; es por ello que ella no es, ni puede ser trágica.
Tampoco es trágica porque ya no ama la vida, es más, la desprecia por considerarla cruel y porque los que la tienen, no valoran la trascendencia de esta, debido a que han sido cegados por un mundo en donde el sistema social obliga inevitablemente al hombre a corromperse y banalizarse, al ser absorbido por el mito consumista de la obtención de entes. Asistimos así, a una actitud (de entre muchas posibles) que se podría calificar como de “fin del mundo” frente a lo trágico, pero en el tiempo que nos tocó vivir.
Por otro lado está la Hermana, la que se realiza en los roles de madre y esposa. Ella en un principio es incapaz de experimentar lo trágico, más bien vive el temor por la impotencia de no saber como proteger a su hijo. Ella vive en función al otro, al niño, y es a partir de él que planifica sus acciones. Lamentablemente ella confía en el discurso de su marido, el cual más lamentablemente aún, confía en la razón humana como capaz de cuantificar y proyectarse en lo que lo sobrepasa de sobremanera. El resultado de está imprudente confianza, será el rechazo absoluto a la vida, manifestado en su autoeliminación, tanto por miedo como por vergüenza. Definitivamente está actitud es la que más dista de la trágica.
Al saberse ya solas y con la certeza de que el colosal Melancholia será aquello que terminará con sus vidas, ambas mujeres afrontan lo trágico de distintas maneras. Justine (la novia) asume su condición final de manera confiada, no con tristeza ni resignación, sino con certeza; ella se sabe poseedora de un conocimiento, el saberse finita, ¿y no será acaso este conocimiento el que proyecte su intuición hasta convertirla en conocimiento certero sobre aquello que la rodea? pensemos en la cantidad de frijoles que había en la botella o en la afirmación de que estamos sólo en el universo.
Su hermana mas bien, entra en un estado de angustia y desesperación, tratando inútilmente de huir y esconderse de lo inevitable: la muerte. Ella en ningún momento puede llegar al conocimiento certero de lo trágico, pues ella piensa en el proyecto frustrado que significa la muerte de un niño. Hasta el último momento no deja de llorar y lamentarse por la forma de su final, y el porqué no se pudo realizar el proyecto burgués de vida para el cual fue criada y que asumía como una verdad sólida y firme.  
Esta falta solidez y firmeza que significa la construcción de un edificio teórico o un ideal de vida propio de una clase social, y en general de cualquier hombre que viva en sociedad, parecen reflejarse metafóricamente en la “cueva mágica”, esta construcción de palos que emula a la de nuestros primeros ancestros, y en la que buscan un último refugio los personajes del film. Sentados en forma de circulo, pero sin el fuego fatuo, las tres generaciones esperan mansamente el final de todo lo conocido, sujetándose de las manos asisten unidos al destino último, al misterio máximo.
Amador Castillo





Sunday, September 25, 2011